19 de septiembre de 2025

«EN ADELANTE»: PROPÓSITOS Y TROPIEZOS

«EN ADELANTE»: PROPÓSITOS Y TROPIEZOS

“Yo no creo en ese rollo de los propósitos de cambio para el año nuevo… “grandes propósitos para una nueva vida”. Creo más bien en una suma de pequeños propósitos, modestos avances, importantes uno a uno, que construyen, ladrillo a ladrillo, un futuro en el que verte con la frente más alta y más pagada de ti misma, orgullosa de cómo te lo has currado. Y… en septiembre. Yo los propósitos me los hago en septiembre, al regreso de las vacaciones. ¿Chica lista, verdad?” Con este monólogo comienza la obra “Un tibio propósito”, una de las dos piezas que compone el espectáculo “En Adelante”, que se podrá ver este viernes próximo, día 26 de septiembre, a las 21 h, en la sala Teseo de Madrid, un montaje de uno de los grupos de alumnos emergente de los cursos de teatro en Madrid, de El Almadén, la escuela que yo dirijo (un propósito defendido desde hace 29 años).

 

El montaje va precisamente de la dificultad de sostener en esa estrecha pasarela del día a día los nobles propósitos de cambio personal, con los que a veces nos descolgamos: cuando ya hemos tocado fondo, o cuando alguien cercano nos abre los ojos, o cuando alguien cercano nos pega una patada en la espinilla. Entonces levantamos la uña a los cielos -como Escarlata O`Hara- y nos juramos que “en adelante…” las cosas serán, ya lo creo, del todo diferentes. Pronunciamientos que tienen su lírica, su épica, pero también su aquel. Por eso “En Adelante”, esta función de la que hablamos hoy, es una comedia, porque cómica ha sido siempre esa distancia criticada entre el dicho y el hecho, sobre la que ironizaba el clásico refrán. Tema del que muchos clásicos hicieron sorna, desde Shakespeare a Chéjov, pasando por Molière y el Kanka. Tema que exploró el psicoanálisis, desde Freud, en su concepción, casi fatalista,  de una voluntad escindida entre lo que propone el yo consciente, y cómo nos chulea el inconsciente trifulca desigual… Y sin embargo…

 

Solo aquellas almas valientes que tratan de hacer volar la bicicleta de sus propósitos e intentan cambiar algo, que avance, en el sentido, ya sea de sus relaciones y del mundo, o incluso de su propio ser, solo esas personas, con suerte, logran “evolucionar” ellas y “hacer evolucionar” las cosas, la historia. Por lo menos. O sea, que aunque un buen propósito de avance y cambio sea tan cándido como Caperucita, y el fracaso aguarde al acecho tras de un árbol como el lobo, yo digo: pongámonos por favor la capita roja con capucha y salgamos al bosque, porque si no se acaba el cuento, y con él en bosque y el lobo y la fantasía.

Porque ya vemos que el mundo está de pena y parece que irá a peor: no es cosa de simples lobos, es algo mucho más serio, parecido a un plan. Así que solo con saberlo y decirlo, o callarlo, no parece que la apisonadora de este mal destino se vaya a detener. Si no levantamos ningún propósito, por quimérico que sea, los hechos impondrán su lógica y esta últimamente es siempre cruel, no falla. Así que mejor que quedarnos de brazos cruzados, arremangarse y mancharse las manos… construir un dique, una atalaya de propósitos, ladrillo a ladrillo, tropiezo a tropiezo.

Jordi David Cataluña.

 

 

 

 

 

 

 

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